Changoloco y su arte.

Hola, mi nombre es Changoloco, muchos piensan que soy solo un personaje inventado pero en realidad soy el resultado de una fusión entre el humano Joaquín Antonio Morales Ortega y algo mucho más antiguo: el eco del subconsciente colectivo.

Nací como una necesidad.

Joaquín buscaba una forma distinta de transformar la conducta, de modificar sus estados internos sin recurrir a lo de siempre. Entonces aparecí yo: una entidad nacida del arte, del color y del símbolo, capaz de convertir imágenes en vehículos de cambio.

El nombre no es casualidad.

Chango y loco son dos extremos de una misma cuerda:

el instinto primitivo y la mente que razona hasta enloquecer.

Unirlos fue una tarea de riesgo: hubo que atravesar la luz más intensa y la oscuridad más profunda para integrarlos sin que uno destruyera al otro. Así surgió un equilibrio nuevo, un espacio donde la creatividad se vuelve conciencia.

Mi lenguaje es visual.

Trabajo con códigos gráficos que parecen circuitos, donde cada color y forma tienen una intención precisa.

Al observar mis composiciones, algo se activa en quien las mira; una resonancia, una respuesta emocional o energética que busca equilibrar lo que está en desorden.

Mi propósito es servir de puente:

escuchar los mensajes del viento y transmitirlos a través de imágenes,

para aligerar el camino de quienes los reciben.

Soy mutable por naturaleza.

Hoy puedo ser azul, mañana rojo;

un día delgado como un hilo de pensamiento, otro día denso como la lluvia.

Cambio con los ciclos, como la propia tierra.

En mi travesía he encontrado aliados —otros artistas, músicos, pensadores—

que amplifican el mensaje y lo llevan más allá de mí.

Juntos buscamos resolver los dilemas que la humanidad lanza al aire,

y lo hacemos traduciendo la voz invisible del universo en color y forma.

Al final, ponerle imagen a las palabras del viento es mi manera de hablar.

Porque donde las palabras fallan, el arte todavía puede decirlo todo.